No recuerdo qué había terminado de hacer en el patio de mi casa, pero lo que aconteció posteriormente esa noche a mis 7 años permanece grabado en mi memoria. Con toda tranquilidad me disponía a entrar por la puerta trasera de la casa, cuando torcí una breve mirada al fondo del patio. ¡Aún lo recuerdo! Era un ser o una máquina humanoide que tuvo la paciencia de esperarme toda la tarde para secuestrarme. Distinguí brazos tubulares que se articulaban hacia adelante, cuerpo rollizo, piernas diminutas y una mirada enfocada. Su boca parecía tener unos enormes labios cerrados que sugerían la muerte aplastante previa a una necesaria persecución.
En un instante el miedo me conquistó. Sin tratar de investigar demasiado, mis zancadas fueron más rápidas que un parpadeo. No quería mirar atrás, pues sentía que eso sería la diferencia entre la vida o... no sé qué. No era común que irrumpiera corriendo a la habitación de mi madre, tanto por temor al regaño como por lo doloroso de las caídas por el piso resbaloso. Pero llegar al cuarto iluminado dando un enorme salto me dio la confianza para mirar atrás, antes de agazaparme contra el borde de la cama.
El miedo tomó el control remoto y puso los regaños de mi madre en “mute” y todo se reproducía en “slow motion”. Esperando track por track que mi excusa no irrumpiera de súpito. Al final de un lapso no pasó nada. No pedí perdón, no dije nada. Pero esa noche me tocó insomnio con alivio de estar acompañado.
Al día siguiente reconstruí la idea de que esa máquina se parecía a B9 el robot de la serie “Perdidos en el espacio”. Seguí la ruta inversa por la cual B9 se había arrepentido de atraparme. Me acerqué al umbral que permitía asomar la cabeza y al fondo del patio, ¡todavía estaba ahí!
Al mirar más cuidadosamente tras el susto inicial me di cuenta de que era una vieja lavadora de ropa de esas con rodillos para exprimir. El desenlace fue un alivio pero fue una experiencia intrigante hasta ahora. Pude comprobar que mi imaginación tenía la capacidad de interferir con lo que asumo como realidad. Si alguien hubiera retirado esa lavadora antes que yo despertara, quizás hoy pensaría que fue real ese encuentro con el objeto caminante no identificado. Y daría santo testimonio de su existencia. Pero ese evento me dejó con preguntas que en un texto posterior trataré de dar explicación.
Sobre el autor:
Walter Zetzsche
Conciencia curiosa por encontrar evidencia confiable sobre la realidad común humana . Últimanente tratando de compartir perspectivas que permitan encontrar las falacias en las que inevitable mi ser se aferra.