Fotografía: Twin roads
¿Alguna vez has perdido el camino y te has resguardado en la zona de confort más cercana? Cuando pierdes el interés en lo que haces o esto ya no te produce felicidad, es ahí cuando lo inevitable te alcanza: el aburrimiento. El tedio es la sensación de malestar o fastidio provocada por la falta de diversión o de interés por algo. De este modo, si el tedio no es combatido por alguna actividad que despeje tu mente, éste se puede convertir en angustia, desesperación, frustración, desidia y muchas otras cosas más. A través de este escrito, trataré de desenmascarar al mismísimo dios del tedio. ¿Para qué? Para eliminarlo.
Que delicia. El aquí y ahora, todo lo que tenemos. En este mismo momento, en alguna parte del mundo, hay un bebe naciendo, un anciano muriendo, un estudiante reprobando, un graduado consiguiendo su primer trabajo, alguien llorando de tanto reír, alguien cometiendo suicidio, alguien durmiendo y soñando, despertándose, alguien robando, escalando una montaña y alguien viendo la televisión inmerso en absolutamente nada más que en sus pensamientos llenos de aburrimiento. Todo esto y más sucede ahora, porque todo lo que somos es este momento presente, ya sea bueno o malo según como lo etiquetemos. No obstante, seamos honestos, hay muchas cosas en las qué pensar. Hay miedos y máscaras como lo establece el Dr. Miguel Ruíz: "Intentamos ocultarnos y fingimos ser lo que no somos. El resultado es un sentimiento de falta de autenticidad y una necesidad de utilizar máscaras sociales para evitar que los demás se den cuenta. Nos da mucho miedo que alguien descubra que no somos lo que pretendemos ser." Esto debe ser agotador.
Pensamos constantemente en nuestro pasado e incluso nos llegamos a arrepentir de éste. Tendemos a recurrir a él pensando que, por ejemplo, no somos buenos dibujando porque alguien un día nos dijo eso y lo creímos. Entonces recurrimos al futuro, el cual no existe más que en nuestra mente. Nos podemos adelantar en el pasillo antes de entrar a alguna clase que no nos guste y pensar que fallaremos o que será aburrida pase lo que pase. Nuestras expectativas son muy bajas o muy altas y así terminaríamos, por supuesto, aburridos.
Muchas veces nos hundimos en estos pensamientos que generan angustia y, tal vez para huir de ella, tratamos de hacer cosas que nos alejen de todo eso. Dan Millman en su libro Way of the peaceful warrior establece que cuando no obtenemos lo que queremos, sufrimos. Pero que incluso cuando obtenemos exactamente lo que queremos, de todas formas al final sufrimos porque no podemos aferrarnos a eso para siempre. ¿Qué pasa cuando alguien tiene todo lo que necesita: salud, cama, comida, trabajo, escuela, familia, etc.? Disfruta de lo que tiene y se aburre.
Aunque, por el otro lado, un niño sin angustia también se puede llegar a aburrir. Incluso en una fiesta podría llegar a haber tedio. Así que vayamos al lado opuesto de éste: la diversión, el entretenimiento, felicidad, interés. Algunos dicen que el estar entusiasmado significa sentir que tienes un dios dentro. Tener entusiasmo implica tener energía, interesarte por lo que haces. Por ejemplo, si te gustan las matemáticas y estás practicando o haciendo tarea, seguramente no pasarás un mal rato. Si te gusta la ciencia, no te aburrirás en la clase de química. O si te interesó la forma en que Iñárritu dirigió Birdman, seguramente te gustará la forma en la que Alfred Hitchcock dirigió Rope.
Los momentos en los que definitivamente no hay tedio alguno son divirtiéndose, haciendo algún hobby, teniendo una inclinación hacia algo, teniendo una ilusión, ganas, afán, turbación, exaltación, un momento de ocio o hasta una de esas exquisitas epifanías, entre muchas otras cosas. La cuestión no es hacer estas cosas para quitarnos el aburrimiento, sino descubrir lo que las une y poder usarlo para salir de él; incluso en las cuestiones cotidianas.
Entonces, ¿qué tienen en común los momentos sin tedio? Te hacen ir más allá. Más allá de los miedos, de la tristeza, inseguridades y de nosotros mismos. Al escribir todo esto me di cuenta de algo: no estoy aburrido. Si tengo un dios en mi interior en este momento, no es el del tedio sino el del entusiasmo. Porque esto me interesa y lo disfruto. Hay una delgada línea entre el aburrimiento y la diversión; la cual radica en qué disfrutas y en qué te quieres concentrar o enfocar. Imagínense a alguien caminando en la calle aburrido, dirigiéndose a cualquier lugar que se puedan imaginar. De vez en cuando mira hacia el suelo, pensando en el tiempo que está perdiendo y en otras líneas del tiempo en donde fracasa. De repente el dios del entusiasmo se apodera de él. Una epifanía hace que encuentre una revelación muy fuerte que le permite destrabarse de su camino estancado. Súbitamente, respira hondo y siente todo lo que está pasando en su cuerpo. Después se concientiza de su alrededor. Mira a las personas que le rodean. Unas ríen y otras critican, pero a esta persona caminando no le importa lo que los demás hagan porque observa cada detalle. Siente la brisa del aire en su rostro, escucha el sonido de los carros pasar, se concentra en cada paso que da y en cada inhalación y exhalación que realiza. Llega a su destino final y se da cuenta de que lo importante no es éste, sino el viaje que haces para llegar a él.
Con la idea anterior quise demostrar una técnica que me ha servido algunas veces: el disfrutar cada momento. Sin embargo, aún hay otra cosa que podría ser una causa de tedio: la repetición. Desde tener una rutina diaria, a tener el mismo estilo o corte de pelo por mucho tiempo, dedicar y distribuir las horas del día a lo mismo, por ejemplo, seis horas de escuela, dos de ejercicio, una para comer, tres para hacer tarea y así sucesivamente. Si este es el caso, ¿qué estamos esperando para hacer un cambio? Muchas personas tienden a temer al cambio en sus vidas. Yo lo he padecido: cuando me cambié de escuela, cuando aprendí a manejar, cuando tuve la entrevista a mi primer trabajo, cuando tuve mi primera novia, etc. Hay muchos tipos de cambio en la vida, pero sé que, con el tiempo, todos llegan a ser buenos. Si no fuera así, todos se quedarían en sus zonas de confort y sus rutinas, ¿no? Repito. Y no quiero escucharme monótono, pues la monotonía causa tedio y desesperación.
Ahora bien, inmanente es sinónimo de interno, inseparable, inevitable. Y si bien creo que es un hecho de que sea algo interno, es también perfectamente evitable. No obstante, no hay que excederse. Echémosle un vistazo al lado peligroso del tedio. Si alguien se encuentra profundamente inmerso en el tedio; se puede llegar a desesperar y frustrar al grado que puede acabar buscando algo que le provoque exaltaciones para buscarle un sentido en su vida; experimentando solo para sentir adrenalina o excitación sin importar las consecuencias. No es por asustar a nadie, sino con el fin de no dejarse vencer e influir por el tedio y, en vez de eso, buscar su origen para combatirlo de otras formas.
¿Cuál podría ser la forma más efectiva para hacer esto? Siempre es diferente en cada caso. Tal vez los consejos que sirvan para mí no sirvan para todo el mundo. Lo que puede servir para alguien son los propios consejos de uno mismo. Si alguien escarba en lo más profundo de sus sentimientos, motivaciones y demás, podría encontrar la respuesta. ¿Cuál es la mía? Mi respuesta siempre cambia ya que yo estoy cambiando. Gozo de todo lo que pueda y, lo más importante, dejo que mis emociones fluyan como agua en un río. Si es frustración, la dejo ser e intento descubrir por qué me siento de esa manera. Incluso si es aburrimiento, acepto ese aburrimiento, acepto que no puedo controlar todo lo que pasa a mí alrededor y me concentro en lo que sea que haga o lo que sea que piense. Entonces el aburrimiento se va porque, siendo sinceros, hay muchas razones en la vida para estar entretenido. La naturaleza, la ciencia, las personas, el cielo…
¿Qué pasa cuando uno procrastina? Lo deja todo para el último y, cuando el tiempo está a punto de acabar, se ve obligado a hacer lo que pospuso pero ahora la tensión se ha acumulado y el aburrimiento es mayor. ¿Y qué lo ocasionó, aparte de la falta de interés? La fuerza de voluntad. Es decir, la falta de ésta. Si nos regresamos al tema del entusiasmo, éste no es en sí un dios o persona que pueda decidir cuándo aparecer y cuándo no. Hay algo en nuestro interior que nos hace recurrir a nuestro nivel de felicidad. Y nuestra felicidad no depende de nadie más que de nosotros. No depende de nuestros padres, nuestra pareja, nuestros amigos, nuestras calificaciones, nuestro dinero, etc. Entonces, tal vez, ese dios del tedio somos nosotros mismos. No tiene nombre alguno, no es un adjetivo o una emoción en especial. Nosotros lo controlamos. Nosotros somos el tedio.
Con todo lo anterior he llegado por fin a mi conclusión. Antes de hacer este escrito no era consciente de esto. Tuve que indagar en mis más escondidos pensamientos para descubrirlo. En esencia, de ahora en adelante haré más cambios en las rutinas que me aburran, me concentraré en cada emoción, evitaré procrastinar y, si aun así me aburro, lo aceptaré y veré qué pasa. De un modo u otro, creo que sería fabuloso encontrar un punto medio, con el cual podamos balancear la influencia de ambos dioses. ¿Qué estamos esperando para hacer ese primer cambio?
Sobre el autor
Mauricio Ortega González tiene 18 años y acaba de terminar su último semestre de preparatoria. Le gusta escribir ensayos, hacer experimentos y conocer diversas áreas artísticas y científicas.