En sus primeros días hubo sol y luna; el sabor de los melocotones dilatando sus papilas gustativas contra la cremosidad de la leche bronca; los aullidos de los coyotes y el abrazo de su madre. ¿En qué podrían creer los infantes cuando nacen? El mundo que nos rodea es un embudo de percepciones corpóreas e incorpóreas que presentan ante nosotros, y así, ante los infantes, una imagen no más ni menos real que la del resto de las personas que cohabitan el planeta Tierra. La realidad, en su definición más ontológica, es absolutamente equitativa, y por lo tanto el mundo que cada uno observamos es solamente una muestra de las muchas caras que el universo infinito nos ofrece.
Read MoreEl regreso de los intelectuales
Los tiempos cambian y lo hacen cada vez de forma más rápida. Ese dinamismo, apreciado en el ámbito tecnológico como algo positivo, ha ido dejando huecos importantes sobre la comprensión de nuestra realidad. Se podría decir que la velocidad del cambio es mucho mayor que nuestra capacidad de re-interpretar nuestra realidad como sujetos, cayendo en una especie de desfase; en una suerte de retraso conceptual.
Lo anterior complejiza de forma importante el debate público, que ahora también se lleva a cabo en los híper-textos del plano alternativo de las “redes sociales”.
La problemática resulta evidente, dentro y fuera de las redes. La cantidad de información es abrumadora, pero la calidad del debate es bastante pobre. ¿A qué se debe esto? ¿Qué consecuencias tiene? ¿Qué se puede hacer para solucionarlo?
Read MoreCiencia, religión y otros títulos provocativos
En muchas ocasiones he querido tocar el tema de la relación, generalmente conflictiva, que tiene la ciencia y las cuestiones religiosas en la interpretación cotidiana de las cosas. Ese conflicto siempre me ha parecido problemático y un tanto absurdo. Me gustaría pensar que la gente entra en debates de este estilo por una mera necedad humana de generar discordias inútiles; sin embargo sé que no es así.
El fanatismo y dogmatismo religioso es sin duda detestable. Incluso si dejamos cuestiones morales de lado, me parece de mala educación y un atentado general del comportamiento el profesar una adhesión absoluta y sin lugar a cuestionamientos de cualquier sistema de creencias. Y aunque no justifico este nivel de deshonestidad intelectual, si puedo llegar a comprenderlo, especialmente en el ámbito espiritual.
Dicho sea esto, el ateísmo militante me parece igual de estúpido y molesto que cualquier idea misionera de transformación y conversión religiosa presente normalmente en las concepciones teístas del mundo. Lo que me parece aún más irritante de esa epidemia de ateos misioneros es ese disfraz que visten de “escépticos científicos” como justificación de sus dogmas y su actitud de inadmisibilidad a cualquier argumento que pudiera poner en duda su conjunto de “no-creencias”.
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