¿Qué harías si no tuvieras miedo? Pregunta esencial en cualquier charla motivacional, manejando este factor como el principal componente para detener a las personas de realizar actividades que llevarían su vida al límite de la felicidad, el desarrollo y el éxito. Yes que está pregunta pareciera sencilla de contestar: ¿Si no tuviera miedo, qué harías? Para alguien que le tiene miedo a las alturas, muy probablemente sería tirarse del Bunge, o alguien que tiene miedo de manejar, tal vez sería comprarse un carro y comenzaría a transitar por los avenidas concurridas de automovilistas, que en el maravilloso mundo de las posibilidades pudieran estarse haciendo la misma pregunta: ¿Qué haría si no tuviera miedo?
Pero, ¿Qué pasa cuando tu miedo no es tangible? ¿Cómo lo exploras? ¿Cómo le das una respuesta práctica y eficiente para comenzar aexperimentar la vida maravillosa de los valientes? ¿Qué no da a veces más miedo el no poder vivir sin miedo? Y es que aquí se encuentra la verdadera paradoja, un mundo que nos incita a vivir al límite, a creer en nuestros sueños, a liberarnos de las crueles ataduras del miedo y sin pensarlo nos expone a conocer a uno de los mejores amigos del miedo: la ansiedad. Un viernes cualquiera después de tu día laboral decides que hoy no quieres salir, hoy te vas a poner tu pijama favorita y te vas a poner al corriente con esa serie que tanto te gusta; pero antes tomas tuSmartphone y decides navegar por las redes sociales, ya saben lo normal, un rápido vistazo a Facebook, los trending topics de twitter, las fotos en Instagram y ya de una vez las stories de tu Snapchat. Y de repente, algo sientes en el pecho, algo que no puedes explicar, algo extraño, soltaste tu Smartphone, te viste un viernes en la noche con tu pijama y te dio miedo no estar viviendo al máximo. ¿Qué tal que estás viviendo de la manera incorrecta? Bienvenido, te presento a “FOMO” o por su nombre completo “Fear of Missing out”. Ese miedo a quedar excluido de la diversión, de la sociedad, ¡caray! de la vida en general. Ese miedo a no cumplir las expectativas, a no estar viviendo al cien por ciento lo que la vida te ofrece. Y de un momento a otro pasaste de estar relajado a idear escenarios de las múltiples cuestiones que están sucediendo alrededor tuyo, pero sin ti.
¿Qué haría yo si no tuviera miedo? Es una pregunta complicada, tal vez podría decir que buscaría posibilidades, porque me da miedo estar estancada en algún lugar y no darme cuenta. Tal vez entraría como una persona normal a los elevadores, porque ya no sentiría que me voy a quedar encerrada en uno ellos, probablemente patinaría en hielo porque ya no creo que si me caigo me puede pasar otro patín por las manos y adiós dedos. En la base, la mayoría de los miedos son irracionales y algunos son justificables. No obstante, ¿Qué haría yo si no tuviera miedo? Creo que nada, honestamente no me gustaría vivir en un mundo en el que el miedo no existiera, por más raro que pueda escucharse. Experimentar el miedo te ayuda a detectar situaciones en las que no te sientes confortable, te protege y te direcciona. Para mí es como una brújula, si siento miedo es porque me siento amenazada y probablemente no debiera estar en tal lugar o haciendo una acción definida. De la misma manera el miedo, funciona cual combustible, me obliga a actuar, a desafiarlo que sea que esté ocurriendo y a hacerlo de la manera más lógica. El miedo me indica que hay posibilidades y por ende el miedo, por inusual que parezca, me proporciona esperanza. Mis miedosy yo hemos comenzado a entendernos como buenos amigos. Unos ya se han ido, otros siguen y algunos otros hacen su aparición, todos ellos han sido un detonador de grandes cambios en mi vida y jamás me han detenido, al contrario me han ayudado a saber que puedo competir contra ese sentimiento y ganar. Creo que habríamos de replantearnos la pregunta y decir: ¿Qué haces con tus miedos y que has aprendido de ellos? Tal vez solo así dejemos de sentir miedo de tenerle miedo a vivir.
Sobre la autora:
Úrsula Saldívar Dávila
Psicóloga, exploradora de mundos internos, viajera por convicción, rockola andante y coleccionista de instantes.