Que sentimiento tan maravilloso es el terror verdadero. Imagina ese miedo incontrolable; pero comprensible… asimilable. No hablo de la sola angustia de correr peligro; pues ésta es demasiado fugaz para saborearse. Tampoco me refiero a esa preocupación por una incertidumbre incontrolada o un egoísta e infantil estrés.
El verdadero espanto al que me refiero es ese que parece invisible al tiempo que corroe el alma y aplasta el corazón.
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